Los gemelos del barrio. Reflexiones sobre la maternidad

Os voy a contar una historia.
Había una vez unos papas primerizos embarazados de gemelos idénticos. A pesar de que les costó digerir la noticia de la multipaternidad estaban alegres y esperaban a sus bebes llenos de entusiasmo y con grandes expectativas. Los bebes nacieron antes de lo previsto y pasaron algunos días en la UCIN. Su estancia en el hospital hizo a la mamá renunciar a la lactancia materna.
Meses después era habitual ver a la mamá en chandal en la calle a las 10 de la mañana paseando a los gemelos. Las noches en vela rodeada de llantos eran muy largas y salir a la calle le proporcionaba la tranquilidad que le permitía seguir cuerda. El papá llegaba a la tarde del trabajo, ojeroso , malhumorado y preparado para otra noche desquiciante.
La imagen era totalmente desoladora.
Meses después nacieron unos mellizos en la bloque de al lado, los míos, también estuvieron en la UCIN. Mis bebes dormían sin problemas (colechamos) tomaban lactancia materna a demanda y teníamos otra hija. Paseábamos con una sonrisa en la boca, la sonrisa que te proporciona poder disfrutar de tus bebes. Esto no quiere decir que el camino fuera fácil, las piedras que me fui encontrando en el camino fuero grandes y pesadas pero las pude esquivar con éxito, no porque sea más valiente o tenaz que otras mamás, simplemente lo tuve más fácil. Mi marido pudo estar los 5 primeros meses conmigo, mi madre nos hacia la comida y ayudaba a Papá con la logística, mi única tarea era criar a mis 3 hijos. Tener a Olivia antes que a los mellizos me hizo criarlos con algo más de tranquilidad. La maternidad para una mamá primeriza es dura y la multimaternidad es tremendamente dura.
Una tarde los papás de los gemelos nos pararon para explicarnos que había dormido, estaban contentos y relajados. Habían utilizado el método Estivill. Casi me muero allí mismo, qué barbaridad! Los miré y volví a ver su felicidad. Los niños dormían por la noche y durante el día los papás estaban descansados y podían mimarlos, jugar, pasear…tenían paciencia, estaban disfrutando de la multimaternidad. Los comprendí.
La historia de los gemelos me ha hecho pensar mucho estos años.
Sigo sin estar de acuerdo con el método, jamás lo pondría en práctica con mis hijos. Y digo “jamás” desde mi realidad, desde mi maternidad sin noches en vela, con niños sanos, con el apoyo de mi marido…Si mi realidad fuera otra, quizás este “jamás” sería un “tal vez”.
¿A qué viene esto? Esto viene a que empiezo a estar harta de las lecciones, de la incapacidad de ponerse en la piel de otro, de la falta de sensibilidad, de la criminalización que se hace de ciertas prácticas. Y que conste que yo también he dado lecciones y he criticado pero leer ciertas cosas duele, y mucho. Una cosa es explicar nuestras experiencias o dar nuestra opinión y otra dar lecciones y creernos mejores por haber dado el pecho o no dejar entrar a Estivill en casa. Si una mamá ha intentado la lactancia materna y después de mucho sufrimiento decide dejarlo, ¿quién soy yo para decir que no lo ha intentado suficiente? o ¿quién soy yo para hacerle creer que no quiere tanto como yo a su bebe? NADIE.
Tengo muy claro quién soy y qué creo que es lo mejor para mis hijos, pero me equivocaré cientos de veces, otras abandonaré y muchas  ni lo intentaré. Y no por ello seré mejor o peor mamá, simplemente seré UNA MAMÁ. Mientras tratemos con amor, cariño y respeto a nuestros hijos seremos las mejores madres del mundo, con biberón, con teta, con colecho,  en su cuna…

El post está basado en hechos casi-reales 🙂

 

¿Quién quiere compartir?

“Cariño, debes compartir con los nenes. Si traes al parque un juguete debes dejárselo a todo aquel niño, conocido o no, que te lo pida y jugar con ellos te guste o no” y seguirá un monólogo en mi mente más o menos así: Ya sé que te gusta mucho, que antes de salir has estado pensando mucho rato que juguete ibas a coger, que lo has traído para poder jugar en la arena, que con él disfrutas mucho, que lo cuidas como si fuera el único juguete del mundo…Cariño, la mamá todo eso lo sabe, pero el manual de padres políticamente correctos dice que te tengo que enseñar a compartir, eso hará de ti mejor persona y te ayudará cuando seas adulto,bla, bla, bla….Pues a partir de ya dimito de madre políticamente correcta, lo dejo, paso, me piro vampiro, ahí se queda.
Mi decisión empezó a cocerse hace unos días. Había una actividad infantil en la que los peques acompañan a un personaje que tira agua y muchos de los niños llevan pulverizadores para ir mojando al personal. Sabiendo dónde íbamos, cogimos tres pulverizadores para los niños, dos de ellos acabaron en manos de niños ajenos y el tercero lo llevaba Olivia que compartió durante mucho rato con sus amigas. Llegando a la parte más divertida vi como una niña y su madre quitaban el pulverizador a Olivia, que a punto de llorar no fue capaz de decir nada, muy consciente que tiene que compartir no articuló palabra. Muy educadamente pedí que se lo devolvieran, la otra madre me dijo que había que compartir. Respiré y tranquilamente y de manera muy didáctica expliqué que antes de salir habíamos preparado los pulverizadores con ella, habíamos dedicado tiempo a pensar dónde íbamos y qué podrían llevar, que de tres nos queda uno, y la niña lo estaba pasando muy mal. Sin saber qué decir, la pobre mujer me dijo que pensaba que era de la comparsa y por eso se lo estaban quitando. Durante el resto del día me sentí fatal. He pensado mucho sobre lo que pasó ese día y en otros en los que he obligado a mis hijos a dejar su juguete porque otro niño también lo quería.
Mis hijos saben compartir, me lo demuestran cada día. En casa nunca compramos dos cosas iguales, han aprendido a ceder y pedir lo que quieren, a veces discuten pero compartir forma parte de su vida, son tres hermanos y no tienen más opción que aprender o sufrir, de momento están aprendiendo. No son individualistas, no se lo pueden permitir, compartir implica el disfrute común y de eso saben mucho.
Así que he decidido que no voy a obligarlos a dar su juguete preferido si no quieren, confío en ellos y sé que lo acabaran dejando o compartiendo, a su ritmo y si no lo hacen ¿qué hay de malo? ¿A caso yo voy dejando mi Kindle a todas las mamas de parque que quieren leer? ¿O el móvil? Una cosa es compartir los cubitos, las palas, las pin y pon o los animales y otra obligar a Fèlix a dar su muñeco de Sully cuando está jugando tan tranquilo. Cuando mis hijos quieren el juguete de otro niño y este no se lo deja, les explico que es normal, es su juguete y tienen que respetarlo. No actuaba igual si eran ellos los poseedores, les “obligaba” a jugar con alguien con quién ellos no querían o a dar su tesoro más preciado. Esto se acabó.
A pesar de lo contundentes que parecen mis palabras no os creáis que lo tengo del todo claro, no sé si sabré hacerlo, no sé si es lo correcto.

No es justo

El otro día iba con Olivia en el coche y ella me hacia preguntas sobre mi trabajo, para una niña que acaba de cumplir cinco años es complicado entender  mi profesión, soy Trabajadora Social. Íbamos hablando que, entre otras cosas, acompaño a las personas en los momentos difíciles e intento ayudarles a buscar soluciones a sus problemas. Le comentaba que a veces es muy triste porque no puedo hacer todo lo que me gustaría y la situación actual complica mucho las cosas. Una cosa llevó a la otra y acabamos hablando de pobreza y vivienda. Hace unos días vimos una protesta de la PAH en una entidad bancaria y le recordé ese día en el que unas personas protestaban porqué  una familia  no podía pagar su casa y  el banco los iba a echar de ella. Se quedó muy sorprendida al darse cuenta que hay que pagar mucho dinero para tener un lugar donde vivir. Pasamos varios minutos en silencio, yo ya había dado por acabada la conversación y mi cabeza repasaba la lista de la compra, cuando me dijo: ¿Recuerdas eses día que íbamos por la montaña y vimos una casa abandonada? ¿Si hay casas abandonadas por qué echan a esas personas?
Cualquiera de las explicaciones «oficiales» no eran válidas para ella.
 Si no tienen trabajo, no tienen dinero, si no tienen dinero no pueden pagar la casa y los echan…Pero si hay casas vacías…No es justo Mamá.
Si una niña de cinco años, con una vida fácil, se ha dado cuenta de que no es justo, ¿por qué hay adultos que aún no se han enterado?
Me duele tener que explicarle que la vida no es justa, que ellos son afortunados pero que hay niños que no los son.  Me gustaría que algún día luchen por los derechos de los más desfavorecidos, griten las injusticias y no dejen que les roben el futuro ni la ilusiones. Mientras tanto yo lo haré por ellos.

La princesa guerrera

Hoy he hecho llorar a mi hija y me siento fatal por ello. Ha sido de la manera más tonta y sin intención de hacerle daño, pero la he herido.
Estábamos dando un paseo por la montaña y ya llevábamos cerca de una hora y cuarto caminando, ella se ha empezado a quejar, normal. Los mellizos no decían ni mu, iban caminando tan contentos, y el hecho que fuera ella la que se quejaba me ha resultado gracioso y le he dicho con todo jovial y con mucho teatro: “Madre mía, las princesas guerreras de hoy en día no aguantáis nada, en mi época corríamos durante horas y tan panchas” Entonces mi marido me ha pedido que parara, la niña estaba llorando. La he abrazo fuerte, limpiado las lágrimas y pedido perdón, la he recordado lo mucho que la quiero, que es una guerrera de verdad, fuerte, lista, despierta, guapa…Ha dejado de llorar pero no me ha perdonado. Me he sentido fatal, mala madre y una auténtica idiota.
Olivia no se suele enfadar y si lo hace le dura dos segundo, enseguida te abraza y olvidado. Esta vez ha sido diferente. Al rato mi marido ha preguntado si aún seguía enfadada y por qué, y ella ha dicho «¿Es que no has escuchado lo que ha dicho la mamá?«. Ufff…estaba dolida de verdad. Una vez en casa nos hemos sentado a hablar, me ha dejado K.O : “Mamá me ha molestado mucho, yo soy una princesa guerrera, lo que has dicho molesta más que las cosas que los niños dicen en el cole” Me ha dado un beso y me ha perdonado.
En casa hablamos mucho sobre las cosas que son importantes y las que no, insisto en que no deben reírse de nadie, educo para que sean personas críticas, con autoestima, capaces de expresar lo que sienten, que respeten la diversidad… Y ¿qué he hecho yo? Reírme de mi hija, no medir cuanto dolor le podría producir un comentario tan tonto. Olivia se considera una princesa guerrera porqué es fuerte, le gusta correr, mancharse de barro, llevar trenza, jugar con niños y niñas, saltar tres escalares de golpe, dibujar, montar en bici, ayudar a los demás y estudiar. A ella no le gusta Blancanieves “es un rollo , limpia todo el rato, no lee y solo tiene siete amigos” Mi hija es una auténtica princesa guerrera y nunca  lo volveré a dudar.
Al acostarse he vuelto a pedir perdón y me ha dado otra lección: “Ya está, mamá, no pasa nada, ya lo he olvidado, te quiero!” Ahora solo queda que yo sea capaz de perdonarme

Hormonas, bebes y atontamiento

En unos días la niña cumple cinco años y  cinco años son los que he tardado en tener a mis hormonas a raya. El camino ha sido duro y lleno de lágrimas, tantas que hasta me avergüenza pensar en alguna de las situaciones ridículas que me han hecho llorar a moco tendido. Sé que os pica la curiosidad y que si os digo que he llorado con anuncios de televisión o canciones de Amaral no os sorprenderá, no es para tanto pensareis , ayyy si los adoquines de la calle o la parada del 27 hablase…. Dejar de llorar de emoción cuando veo un capítulo de Llama a la comadrona no ha sido la prueba definitiva que mis hormonas empiezan a pasar de mí, no, la prueba es que ya no lloro cuando alguien de mi entorno me dice que está preñada o acaba de dar a luz. Siento alegría, y punto.
Hasta hace bien poquito me moría de envida cuando veía una embarazada o una mamá amantando a un peque,  envidia que se multiplicaba si los renacuajos eran mellizos Nunca más volveré a sentir dos bebes dentro de mi…nunca más volverán a mamar…pobre de miiii (tono melodramático). Y de pronto, zasca…nada de nada.  Hasta me he alegrado de no ser yo la que está en estado de buena esperanza o con las tetas fueras y prometo que a pesar de estos pesamientos soy buena persona .
Los últimos dos años y medio han sido agotadores, ojeras hasta las rodillas, pelos revueltos, camisetas llenas de mocos (las mías no las de ellos), carreras, lumbalgias y hormonas cabronas. Y justo cuando empezamos a respirar, a poder salir sin parecer que nos mudamos de casa o  dormir a pierna suelta todas las noches,  me doy cuenta que los bebes ya no me producen ese atontamiento que me hacía desear ponerme a parir niños a diestro y siniestro. A veces pienso que lo que me sucede no es hormonal es empacho de bebes.  ¿Sabéis cuantos años llevo cambiando pañales? 4 años y 11 meses y 10 días, nada más que añadir.
Y que conste en acta que mis hijos en la escala de Richter son un grado 4, terremoto moderado, bastante tranquilos. Si le preguntáis a La Loli, la vecina de abajo, igual os dice que son un grado 8, destructivo 😉 No se queja pero estoy segura que se acuerda de la madre de mis hijos algún domingo a las 9 de la mañana.  A lo que iba,  miro atrás veo todo lo que hemos pasado y a pesar de añorar esos momentos y sentir que los meses se me escurren entre los dedos, me siento tremendamente feliz de estar en el momento que estamos y disfrutar de esta nueva etapa que se nos presenta llena de planes y experiencias.  No sé si las hormonas han vuelto a su sitio o al fin he madurado, pero yo ya no cambio más pañales…de momento!!

Mala conciencia.

Hoy tengo mala conciencia y me va recomiendo por dentro y me recuerda varias veces al día todo aquello con lo que no estoy cumpliendo, lo que se  conoce como una jodida conciencia . Son varias las razones por las que me está machacando, aunque de momento resisto a sus encantos, empiezo a flaquear, me ha tocado donde duele: los hijos (ya os advertí que es una capulla de verdad).
Los dos últimos sábados los tres niños se han ido a dormir a casa de los abuelos, Papá Crusoe tiene que estudiar y un poco de tranquilidad se agradece. No os creáis que ha sido un gol que le hemos metido a los abuelos, ni mucho menos, con estas dos noches hemos saldado la deuda que teníamos con ellos, habéis escuchado alguna vez eso de: Nunca nos dejas a los niños, a mi amiga le llevan los nietos todos los fines de semana. Aclaración: los abuelos vienen de lunes a viernes a llevar a los niños al cole y les dan de comer, vamos que se puede decir que los ven bastante y de paso nos ayudan una barbaridad.
El primer sábado los dejé a la hora de comer y volví a casa para disfrutar de la tranquilidad y el silencio. Me pasé la tarde en el sofá  con mantita y libro, por no hacer no hice ni la cena, ni una lavadora, ni ordenar un cajón, nada de nada. Al día siguiente los recogí con alegría y muy descansada. El segundo sábado los volví a dejar por la mañana y me fui de rebajas , al super, comí con Papá Crusue, vi un telefilm  e intenté levantarme a poner una lavadora y doblar una secadora. Digo intenté por qué no lo conseguí, me quedé en el sofá leyendo y no lo disfruté. La casa estaba en silencio, un silencio molesto, quería salir corriendo a buscar a mis niños pero los niños no iban a querer volver, se lo estaban pasando pipa con los abuelos. Y me sentí triste. El domingo al recogerlos tenía ganas de llorar, me sentía fatal por haberlos dejado para tirarme en el sofá,  ni tan solo había ordenado la ropa  o cocinado para la semana, jodida conciencia!
No solo me ataca con los niños o las tareas pendienetes, también lo hace con mi vida 2.0. Hace ya un par de meses que he tengo el blog medio abandonado,  no es por falta de ideas, tiempo o ganas, ni mucho menos, justo la vida de madre me está dando un respiro después de 5 años y estoy descansando. Nada de blog ni ordenador por la tarde o noche, voy directa al sofá y me pongo a leer o a ver una serie, me relajo y me encanta la sensación de recuperar viejos hábitos, no imagináis cuanto echaba de menos leer ( y más ahora que me han regalado un Kindle!!!).  Pero no es oro todo lo que reluce y ahí está la jodida conciencia diciéndome que debería escribir, y en el fondo sé que tiene razón, y ahora no estoy escribiendo por ella, lo hago por mí, lo echaba de menos.
En fin, serafin, estoy empezando a coger cariño a esa jodida conciencia que me acompaña en mi paseo por la vida, sin ella mi vida no sería lo mismo,  no tendríamos calcetines limpios….de todas las tareas de la casa poner lavadoras es la única que no dejo hacer a  Papá Crusue, mi ropa es sagrada!!!
Para acabar os dejo uno de los  últimos libros que he leído y que cuando cayó en mis manos por casualidad en la biblioteca no me pude resistir.

la-mujer-que-vivio-un-ano-en-la-cama-9788467025477Datos del libro
Nº de páginas: 424 págs.
Editoral: ESPASA LIBROS, S.L.U.
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788467025477
Resumen del libro El día en que sus hijos, unos gemelos superdotados, se marchan a la universidad, Eva cruza la puerta de su casa y se mete en la cama en pleno día. No está enferma. No está cansada. Y, desde luego, no tiene una aventura. Simplemente, ha llegado el momento de decir basta. Una novela delirante y profunda sobre lo que sucede cuando alguien deja de ser lo que los demás desean que sea. Una sátira brillante sobre la familia y la sociedad modernas.

Me sobra amor pero me faltan manos

«Me sobra amor pero me faltan manos» ha sido mi descripción desde que nos convertimos en familia numerosa. Tener tres hijos no es tarea fácil, se lo aseguro. Las familias numerosas nos cargamos de dosis extras de paciencia, organización, bueno humor, más paciencia, serenidad, positivismo, valentía, optimismo y un poco más de paciencia. Mientras estos ingredientes sigan en el saco no habrá problemas. Pero no nos engañemos el equilibrio es complicado mantener, si no es por H es por B  y tambaleamos a menudo. Estas semanas han sido de movimientos sísmicos en casa de los Robinson. No se alarmen, no hemos llegado al terremoto.
Vuelvo al principio, «me sobra amor pero me faltan manos», ahí está el tema. Hasta ahora repartía besos, abrazos y jolgorios de manera espontánea, niño que caía en mis manos, niño que era asaltado por la mamá babosa que llevo en mí. Hace semanas llegaron a casa el Yo también, mimitos, a mí, ¿y yo qué?…  La cuestión es que la vida no me da para más. Me paso las tardes achuchando niños. Los días más civilizados hacen fila, el resto se tiran encima  y reivindican su beso, pedorreta, cosquillas…a riesgo de espachurrarme, con suerte en el sofá. No son celos, ni mucho menos, creo han aprendido a expresar sus necesidades emocionales y tienen competencia. Podrían enfadarse con sus hermanos pero ninguno de ellos lo hace, si quieren besos los pide y punto.  Aún así, estoy al borde de la locura, creedme. Intentar adelantarme al Yo también,  es agotador, requiere concentración y diez ojos, pero en ello estamos.
Por suerte, los temblores se pasan rápido, y cada día me regalan escenas fraternales que harían babear a cualquier madre. Ayer los escuchaba reír a carcajada limpia mientras jugaban a mamás y bebés. Nosotros estábamos en el comedor y  Olivia, la mamá, les decía a sus bebes: Venga, guapos a dormir a la cuna. Buenooo, podéis dormir conmigo. Después de esto las risas solo iban en aumento y decidimos espiar. Estaban los tres en nuestra cama tapados hasta la cabeza y sin luz. El juego más simple del mundo y se lo pasaron en grande. No necesitaron juguetes. Son tres hermanos a la hora de compartirnos y son tres hermanos para  disfrutar juntos. Me encanta en número 3.

Experta en amores

Hola Mundo!
Llevo un mes en silencio bloguero no por voluntad propia sino por decisión de mi tos y del cansancio que se ha apoderado de mí. Aún no estoy recuperada pero me apetecía compartir esto con vosotr@s.
A Olivia le encanta dibujar y en cuanto encuentra un papel, da igual que sea un folio en blanco que la publicidad del Carrefour, hace un dibujo. Últimamente le ha dado por las tarjetas personalizadas, una para su amiga Alba, otra para la tita, para Papá…y por supuesto para mí.
Este es una de las últimas tarjetas que me hecho y según ella, es lo que hacen los cuatro cuando duermo el fin de semana( nos solemos turnar para madrugar).

dibu-olivia2

El monigote horizontal de la izquierda con los ojos cerrados soy yo. De izquierda a derecha están: Nilo el rubio y chiquitin, sigue Olivia con su pelo largoooo (que en persona no le llega ni a los hombros), Papá con sus gafas y el último es Fèlix con el pelo rizado y más grandote.
Cuando acabó mi tarjeta dibujó otra para Papá pero sin corazones, el suyo tenia un arcoiris:
– Para papá un arcoiris porqué es un pintor estupendo
– Jo, yo quiero un arcoiris- replico yo.
– Tú tienes corazones porqué eres una experta en amores.
Y solo puede comérmela a besos. Me chiflan estos pequeñas cosas que les hacen tan grandes y especiales. Olivia crece muy rápido y sus reflexiones son cada día más interesantes y divertidas. Hoy estaban los tres muy excitados y he pedido a Olivia que se tranquilizase, a lo que ha contestado: Mamá es que la cabeza me funciona muy rápido!! Ante eso no tengo nada que añadir, ¿no creéis?

Gracias abuela

Hace más de 10 años que mi abuela materna murió y por fin me he reconciliado con ese día.
Mi abuela Marucha vivía el León y yo en Barcelona. Desde niña pasaba los veranos en su casa y venían a visitarnos con frecuencia. Siempre me he sentido muy unida a ella. No lo puedo expresar con palabras pero seguro que me entendéis.
Marucha estaba orgullosa de haber superado un cáncer de mamá y mostraba con alegría que ya no tenía pecho, había sobrevivido.  Durante muchos años su marido, mi abuelo, Goyo estuvo muy enfermo  El día que mi abuelo se fue me pude despedir.
Ya sin mi abuelo, ella vino a pasar unos meses con nosotros a Barcelona. Después de la muerte de su amor su mente empezó a huir. Pasaba muchas horas con ella. Me explicaba  cosas sin sentido, para mí, pero importantes para ella. Hablaba de su niñez, del barrio, de Asturias…Me encantaba escucharla. A los pocos meses de estar con nosotros le detectaron cáncer de huesos y ya no había nada que hacer. Fue todo muy rápido. La familia decidió que debía pasar sus últimas horas en León, en su tierra y con su gente. Mi madre se fue con ella. Y yo viajaría a los pocos días. Tenía un billete de bus para un viernes a la noche y ese viernes por la mañana murió. No me esperó. No pude despedirme. Y eso me ha estado doliendo hasta hace poco.
De todos sus objetos, ella decidió que me quedará con su Medalla de la Madre. La medalla me acompaña en cada momento importante de mi vida. Me dejó su Medalla de la Madre.
Ella tuvo cuatro hijos: el mayor, los mellizos (segundos) y a mi madre, la pequeña. Estaba orgullosa de todos, pero sobretodo se sentía  especial  por ser madre de mellizos. Hablaba de cómo nacieron en casa, de cómo les deba el pecho, de cómo dormían, de las trastadas que hacían….Mi abuela me dejó su Medalla de la Madre y de ella heredé la posibilidad de tener mellizos. Ella lo heredó de su madre, que tuvo tres partos de mellizos, tres! Mi tío, uno de los mellizos, tiene mellizos y ahora yo tengo mellizos. Todos varones y muy diferentes entre sí.
Cuando me dijeron que venian dos pensé en mi abuela, y en mi madre que siempre quiso tener mellizos y no los tuvo. Durante las primeras semanas de embarazo me sentí enfadada pero pronto pensé que eran un regalo. Ahora estoy convencida que mi abuela me cuida, me da fuerzas y protege a mi familia. Sé que no es casualidad que yo tenga tres hijos, me tocaba, debía ser así y eso me hace tremendamente feliz, me acerca  y me reconcilia con ella, no necesitaba despedirse de mi porqué siempre vamos a estar unidas. Somos madres.
Gracias Marucha y Goyo. Os quiero.

Mis tios hace 70 años
Mis tios hace 70 años

Fue bonito mientras duró, bye-bye Madrehistérica

¿Conocéis a Madrehistérica?
Madrehistérica es un espíritu malvado que se apodera de las madres en sus momentos más bajos e intenta ganar terreno en nuestro interior. Si no es expulsado a tiempo estamos perdidas. Dice la leyenda que también existe el espíritu de Padrehistérico pero rara vez se deja vez…
Hace algunas semanas el espíritu de Madrehistérica se apoderó de mi ser. ¡De mí!  Que presumo de ser paciente y tranquila, que odio los gritos. ¡De mí! Que me mantengo fiel a mi teoría (un poco patillera y sin ninguna base científica) defendiendo que si tu hijo se cae y sales corriendo en su busca gritando ¿estás bien????? Y lo examinas palpando cada milímetro de su cuerpo el niño se pone más nervioso y llora el triple. ¡De mí! Que soy capaz de vigilar a mis tres hijos dejando unos metros de distancia, a riesgo de acabar con los ojos más despistados que Leticia Sabater o el Dioni. Pues sí, señoras y señores, Madrehistérica se ha apoderado de mí.
Todo empezó en un Macrochikipark donde nos invitaron a un cumple. Cada dos minutos perdía un mellizo de vista, uno se enterraba entre las bolas ignorando la posibilidad de ser espachurrado por sus iguales y el otro intentaba huir del circuito mal pensado para niños de 2 a 4 años. Por no hablar de la niña que se lanzó a un circuito por encima de sus posibilidades. Para resumir os diré que sudamos la gota gorda. El momento álgido de la tarde fue cuando Papá Crusoe apareció con un niño ajeno y me preguntó si era de nuestro cumple, acabé gritándole como una buena Madrehistérica algo así : Mira, chato ¿ te parece poco tener que vigilar a tres niños? Oye, que se preocupen sus padres… Me sigo avergonzando de tan cruel respuesta, era un pobre niño perdido.
Después de la terrorífica tarde en el Macrochikipark los episodios de Madrehistérica se han ido repitiendo en cada una de nuestras salidas familiares, que no ha sido pocas.
Este fin de semana fuimos al Laberinto de Horta, después de estar a punto de perder a un mellizo en varias ocasiones en medio del Laberinto y con mi corazón al borde de la taquicardia, decidimos pasar un rato en una zona infantil a la salida. Aún tengo pesadillas. La zona de grandes era muy difícil para Olivia y la de pequeños era muy fácil. Decidió arriesgar y se quedó atascada varias veces. Los mellizos decidieron tirar cada uno para un lado. Madrehistérica se apoderó de mi con más fuerza y mala leche que nunca. Empecé a gritar: Se acabó, nos vamos. ¡O estáis todos junto o nos vamos! Oliviaaaaaaaaaaaa, Fèlixxxxxxxxxxx, Nilooooooooooooooooooo. Los niños no entendían nada pero Papá Crusoe, que empieza a sospechar que Madrehistérica puede que haya venido para quedarse, recogió a los niños y nos marchamos todos a casa.
A la mañana siguiente me senté con Olivia para planear el día. Propuse paseo por la montaña y un rato de parque y ella contestó con un tono pausado y maduro : Vale mamá, pero cuando unos niños van al parque la madre no tiene que gritar todo el rato cuidado, todos juntos, no corráis…Mamá, tenemos que disfrutar, ¿de acuerdo?
De acuerdo, hija. Prometo que he expulsado para siempre a Madrehistérica de mi cuerpo. Prometo que respiraré varias veces antes de gritar. Prometo que seguiré vigilando en la distancia. Prometo que os dejaré caer si es necesario. Prometo que volveré a disfrutar y os dejaré disfrutar.

Si alguna de vosotras se cruza con Madrehistérica huid, huid, huid…..