Mujeres

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Las mujeres del mundo estamos unidas por un destino que nos hace sentir mágicas y afortunadas, al mismo tiempo que se ríe de nosotras, que nos humilla y que intenta que agachemos la cabeza.

Nos han hecho creer que no podemos, que no valemos, que no somos lo que se espera de nosotras. Pero aquí estamos, fuertes y mirando a los ojos a todos aquellos que no creen en nosotras, desafiando con nuestras mejor arma: nosotras mismas

Y ¿qué pasa con aquellas miles de mujeres que no pueden alzar la voz? o ¿aquellas que ni siquiera tienen voz? Tenemos la obligación de acompañarlas, ser su voz mientras las tengan mudas y su altavoz cuando aún no sean capaces de gritar. No podemos dejar en el olvido a aquellas mujeres que a miles de kilómetros de nuestras casa son humilladas y explotadas por ser mujeres. No podemos taparnos los oídos  ante los gritos de la vecina que sufre violencia a diario. No podemos cerrar los ojos ante el acoso que está sufriendo la chica con la que viajamos en metro. No podemos, no debemos.

Tenemos la obligación de trasmitir la lucha a nuestras hijas. Nuestras hijas e hijos tendrán que recoger nuestro relevo, y  las hijas de nuestras hijas… como nosotras hemos hecho de las generaciones que nos preceden.  En 2017  las mujeres seguimos siendo cuestionadas, las mujeres seguimos cobrando menos por el mismo trabajo, las mujeres seguimos siendo «esclavas», las mujeres seguimos siendo explotadas,  las mujeres seguimos sintiendo miedo cuando volvemos a casa, las mujeres aún tenemos que gritar que nuestro cuerpo  nos pertenece …y volvemos a decir BASTA.

Debemos ayudar a nuestros hijos varones y a nuestras parejas a detectar privilegios y si es necesario acompañarlos en la renuncia. No quiero hijos que defiendan a las mujeres, quiero que convivan con las mujeres, que viajen con sus compañeras con  absoluto respeto hacia nuestras diferencias. Quiero que nuestras diferencias no sean una barrera, si no nuestro potencial.

Quiero otro mundo para mi hija y mis hijos.

Quiero un mundo donde las niñas accedan a la educación en igualdad de condiciones.

Quiero un mundo  donde a las niñas no se les exija ser guapas, ni princesas, ni unas señoritas.

Quiero un mundo donde una mujer pueda ser madre  sin renuncias

Quiero un mundo donde una mujer pueda no ser madre sin tener que dar explicaciones

Quiero un mundo donde las mujeres podamos circular sin miedo.

Quiero un mundo donde las mujeres podamos decidir sobra cada centímetro de nuestro cuerpo.

Quiero un mundo donde femenino no signifique débil

Quiero  MUJERES LIBRES

Los gemelos del barrio. Reflexiones sobre la maternidad

Os voy a contar una historia.
Había una vez unos papas primerizos embarazados de gemelos idénticos. A pesar de que les costó digerir la noticia de la multipaternidad estaban alegres y esperaban a sus bebes llenos de entusiasmo y con grandes expectativas. Los bebes nacieron antes de lo previsto y pasaron algunos días en la UCIN. Su estancia en el hospital hizo a la mamá renunciar a la lactancia materna.
Meses después era habitual ver a la mamá en chandal en la calle a las 10 de la mañana paseando a los gemelos. Las noches en vela rodeada de llantos eran muy largas y salir a la calle le proporcionaba la tranquilidad que le permitía seguir cuerda. El papá llegaba a la tarde del trabajo, ojeroso , malhumorado y preparado para otra noche desquiciante.
La imagen era totalmente desoladora.
Meses después nacieron unos mellizos en la bloque de al lado, los míos, también estuvieron en la UCIN. Mis bebes dormían sin problemas (colechamos) tomaban lactancia materna a demanda y teníamos otra hija. Paseábamos con una sonrisa en la boca, la sonrisa que te proporciona poder disfrutar de tus bebes. Esto no quiere decir que el camino fuera fácil, las piedras que me fui encontrando en el camino fuero grandes y pesadas pero las pude esquivar con éxito, no porque sea más valiente o tenaz que otras mamás, simplemente lo tuve más fácil. Mi marido pudo estar los 5 primeros meses conmigo, mi madre nos hacia la comida y ayudaba a Papá con la logística, mi única tarea era criar a mis 3 hijos. Tener a Olivia antes que a los mellizos me hizo criarlos con algo más de tranquilidad. La maternidad para una mamá primeriza es dura y la multimaternidad es tremendamente dura.
Una tarde los papás de los gemelos nos pararon para explicarnos que había dormido, estaban contentos y relajados. Habían utilizado el método Estivill. Casi me muero allí mismo, qué barbaridad! Los miré y volví a ver su felicidad. Los niños dormían por la noche y durante el día los papás estaban descansados y podían mimarlos, jugar, pasear…tenían paciencia, estaban disfrutando de la multimaternidad. Los comprendí.
La historia de los gemelos me ha hecho pensar mucho estos años.
Sigo sin estar de acuerdo con el método, jamás lo pondría en práctica con mis hijos. Y digo “jamás” desde mi realidad, desde mi maternidad sin noches en vela, con niños sanos, con el apoyo de mi marido…Si mi realidad fuera otra, quizás este “jamás” sería un “tal vez”.
¿A qué viene esto? Esto viene a que empiezo a estar harta de las lecciones, de la incapacidad de ponerse en la piel de otro, de la falta de sensibilidad, de la criminalización que se hace de ciertas prácticas. Y que conste que yo también he dado lecciones y he criticado pero leer ciertas cosas duele, y mucho. Una cosa es explicar nuestras experiencias o dar nuestra opinión y otra dar lecciones y creernos mejores por haber dado el pecho o no dejar entrar a Estivill en casa. Si una mamá ha intentado la lactancia materna y después de mucho sufrimiento decide dejarlo, ¿quién soy yo para decir que no lo ha intentado suficiente? o ¿quién soy yo para hacerle creer que no quiere tanto como yo a su bebe? NADIE.
Tengo muy claro quién soy y qué creo que es lo mejor para mis hijos, pero me equivocaré cientos de veces, otras abandonaré y muchas  ni lo intentaré. Y no por ello seré mejor o peor mamá, simplemente seré UNA MAMÁ. Mientras tratemos con amor, cariño y respeto a nuestros hijos seremos las mejores madres del mundo, con biberón, con teta, con colecho,  en su cuna…

El post está basado en hechos casi-reales 🙂

 

¡A DORMIR PEQUEÑOS!

Uno de los temas sobre lo que creo que más se ha escrito en este mundo 2.0  es el sueño. No tengo estadísticas pero no hay que ser Einstein para darse cuenta que es  de las cosas que más nos preocupa a los padres.
He pensado que quizás os interese saber cómo duerme una familia numerosa como la nuestra.
La Familia Robinson-Crusoe duerme bien. No hay discusiones ni rabietas a la hora de ir a la  cama, dormir no es un castigo es una necesidad y así lo entendemos en casa.
¿Cómo lo hacemos?
Somos una familia de lo más normalita. Durante el día nos gusta la calle y por la noche dormir. Ni a Papá Crusoe ni a mi nos gusta acostarnos tarde, más de las 23 horas es trasnochar. Y creo que esto se trasmite, nuestros hijos han “copiado” nuestra manera de hacer.
La hora del irse a dormir viene precedida, como en la mayoría de las casas, por el baño. Somos bastante estrictos con los horarios y nos funciona. Os dejo un ejemplo:
19.00h empieza la hora del baño. Ponemos la bañera grande y se meten los 3.
19. 30h están con el pijama y  cenamos en la cocina  (mientras Papá hace el baño yo hago la cena o viceversa)
20h. Vamos a la habitación los cinco. Duermen los tres en la misma habitación. Empieza la hora del cuento, leemos entre cuatro y cinco, les encantan.
21h Ya duermen.
Los horarios pueden variar 15 minutos arriba o abajo, no más. Y los mellizos aún necesitan siesta, al salir de la guarde caen rendidos  y comen después de dormir.
Pero no creáis que todo es oro todo lo reluce, ahora vienen los peros. Una noche cualquiera pueden suceder varias cosas:
1. El 30 % de las noches pasan con  los tres sin despertarse.
2. El 20 % se despierta la Niña para hacer un pipí y ya que el Pisuerga pasa por Valladolid se mete en nuestra cama.
3. Otro  20 % se despierta el Moreno y se viene con nosotros
4. Sobre un 15 %  me encuentro al Rubio junto a mi cama, alza los brazos y se queda con nosotros.
5.  El 15 %  acabamos los cinco en la cama jugando twist o tetris, depende la noche.
Seguro que el último porcentaje os ha impactado, ¡a mi también! Quedaros con esta imagen: cama de 1.50cm + cuna sidecar de 60cm y dentro padre, madre, niña, niño y niño.  ¡Ah! Y lo mejor es que estas noches van con lujo asiático incluido, lo que yo llamo masaje tailandés. Consiste en que niñ@ de menos de un metro, te va dando pataditas en la espalda, mientras el otro niñ@ te acaricia el pelo. Por suerte, somos de buen dormir, y entre patada y patada damos una cabezada y una vez en nuestra cama los pequeños vuelven a coger el sueño en segundos.
Si queréis saber más sobre nuestro colecho puede leerlo en Somos Múltiples
El colecho ha sido un proceso natural, nuestros hijos necesitan estar con nosotros y nosotros queremos estar con ellos. Por otro lado, somos bastante prácticos, esta es la mejor fórmula para que descansemos todos.
Ahora bien, tenemos una “Norma” en cuando al sueño que es fundamental en nuestra dinámica. Si no la siguiéramos sería un desbarajuste, un caos familiar, os lo aseguro.
La Norma: A la hora de ir a dormir cada uno se duerme en su cama. Hasta el año fuimos más flexibles a partir de entonces no es negociable (salvo que  estén enfermo).
Cada día hacemos el mismo ritual, después del cuento dejamos un pequeña luz y me siento entre la cama de la Niña y del Moreno. La Niña me toca el pelo y al Moreno le doy la mano. Papá Crusoe se pone junto al Rubio. Y así, junto a nosotros se duermen bastante rápido.  Nunca lo han hecho solos, no quieren y lo entiendo.
Esta es la manera de dormir que funciona en nuestra familia. Es importante que cada núcleo encuentre aquella que resulte  más cómoda y que beneficie a todos sus miembros. No siempre se encuentra a la primera ni todo el mundo está de acuerdo con lo que hacemos  pero esto no debe importarnos si lo hacemos con la seguridad que es lo mejor para nuestros hijos y para nosotros, por supuesto.

Ahora me queda pendiente explicar por qué queremos que los tres compartan habitación, pero lo dejo para otro post.