VACACIONES Y OJERAS

Las vacaciones de 2013 han sido las terceras como familia numerosa y las quintas como padres y ahora puedo decir que ha sido el mejor verano de mi vida.
Atrás quedaron los viajes exóticos, las mochilas, las fiestas en la playa, las cervezas hasta la madrugada, las risas de vino  o los campo de trabajo cruzando el océano. Eran veranos fantásticos y  basados en nuestra capacidad de improvisación.  Por aquellos años nunca imaginé que unos días en un camping cerca de casa, las horas interminables en la piscina y acostarme a las 23h en agosto, me pudieran hacer tan feliz.
El placer de levantarnos tranquilamente, desayunar sin prisas, darnos un baño, hacer la siesta, jugar… acompañados de nuetras tres personitas, no tiene precio. Como ya he dicho ha sido un verano genial. No hemos hecho nada especial, o mejor dicho, hemos hecho lo más especial del mundo, estar con nuestros hijos.  Empezaremos septiembre con energía y buen humor, con mucho síndrome post-vacacional y con ganas de planear las vacaciones del 2014.
También ha sido un verano duro. Los mellizos tienen 28 meses y empiezan a despuntar con fuerza sus personalidades, por no hablar de las carreras y alguna que otra rabieta. Ha sido agotador. Llevar a tres niños al zoo o de excursión, en plena operación pañal y sin silla de paseo, es un reto solamente apto para padres peligrosamente optimistas como nosotros. La valoración general de las salidas es positiva, pero aún me duele la espalda solo de recordar alguna de ellas. En un momento de enajenación mental (que ya  dura 2 meses) decidimos dejar de utilizar la silla de paseo y darles la oportunidad de andar, la cosa va bastante bien, el problema vendrá el día que tengamos que volver a usarla. No sé si tendremos valor de sentar a estos dos torillos. No digo más.
Estos meses también nos han servido para darnos cuenta como han crecido nuestros pequeños. Los  mellizos han dejado de ser bebés, han ganado mucho en autonomía y lenguaje. Y la Niña nos sorprende cada día con sus reflexiones y  su capacidad negociadora (esto me tiene un poco desquiciada).
Si tuviera que resumir mi verano 2013 diría: Ha sido el verano que menos he descansado, que más ojeras he tenido, que más veces me he bañado sin ganas y que menos libros he leído pero ha sido el verano que más he reído, he bailado, he cantado, he dormido, que más he disfrutado de las pequeñas cosas…HA SIDO EL MEJOR VERANO DE MI VIDA.
Gracias a mis chicos y a mi chica!!

Los Robinson salen de la Isla

La familia Cruesoe- Robinson se ha ido de fin de semana. Y la cosa ha ido más o menos así:
Preparativos
Estas últimas semanas estoy en baja forma, debe ser el verano o…qué se yo! El caso es que estoy muy espesa. En circunstancias normales no se me escapa nada. Papá Crusoe es menos resolutivo y se ocupa de aquello que no es de primera necesidad. Hacemos un buen equipo. Esta maleta me ha tocado preparar a mi todo solita, el Sr. Crusoe ha tenido que trabajar por las tardes y, sin que sirva de precedente, ha delegado en mi todos los preparativos. He estado tres días pensando “no te olvides tu ropa interior” y oye, ha funcionado, me he llevado mis bragas. La Niña ha tenido que utilizar los calzoncillos de Toy Story del Moreno. No digo más.
No me gustan los “porsiacaso” así que la bolsa era muy básica, un pantalón y camiseta por día, y un chándal para las  noches. Si se ensucian que se aguanten,  SOMOS CINCO. No podemos ponernos remilgados. Pensad que también llevamos carro gemelar, motos, pañales y caja de comida. Justo saliendo de casa, con todo cargado en el coche, Papá Crusoe  cogió la tablet, le fulminé con la mirada. Además de añadir a mi maleta básica, las linternas, juguetes, chubasqueros, botas de agua…¡se atrevía a meter la tablet!
El camping.
Bueno, bueno, bueno…el camping era lo estupéndo. Perfecto para unos hippis aburguesados como nosotros (palabras de mi querida Mila). Camping con denominación Eco-turismo, con huerto, granja, charca con ranas, piscina de agua salada… no le faltaba de ná. O eso creíamos. Lo primero que exclamé al llegar al Bungalow :¡QUÉ BIEN, NO HAY TELE! Papá Crusoe se giró con los ojos fuera de las órbitas, ¡Qué dices insensata! ¿cómo que no hay tele? Nos esperaban tres días sin tele, sin portátil y sin wifi. ¡Tchan! Teníamos la cutre tablet marca nisu (algunos sabéis de lo que hablo) y dos pens repletos de capítulos de Peppa Pig y alguna peli. Hasta unos hippis de espíritu como nosotros necesitan descansar unos minutos. La Niña hace dos años que no hace siesta y gracias a la tablet he podido cerrar los ojos un ratico mientras ella veía Campanilla. BENDITA TABLET
Los niños
¡Son las mejores vacaciones que he visto nunca! Gritaba la Niña mientras explorábamos la zona. Para uno críos de ciudad tocar un pony, gallinas, recoger fruta o cazar renacuajos es toda una aventura, lo que me produce cierta tristeza y me deja la sensación de haber elegido el camino equivocado. Nos hemos rendido ante las comodidades de la ciudad.
Las aventuras vividas este fin de semana nos ha mostrado tres maneras diferentes de enfrentarse a lo desconocido: La Niña se acerca a los animales con recelo, lentamente, con miedo pero sin querer perderse nada; hay que montarse en un carro con un pony, tiembla y se monta o tirarse a la piscina, se lo piensa pero se tira. El Rubio, se lanza a la aventura sin mirar atrás. Le da de comer a los animales sin importarle que las gallinas se le suban a la chepa o el caballo le engulla la mano. No huele el peligro ni teniendo en los morros. El Moreno, pobrecito mío, como ha sufrido. Es igual de cagao que su madre. Tiene un pavor incontrolable a lo nuevo, da igual lo que sea. Lo intenta, se acerca al burro, se pone en el borde de la piscina pero una fuerza superior le lleva a darse la vuelta y gritar. Tres días le ha costado montarse en un carrito tirado por un pony o entrar en el corral de la gallinas. Los tres son hijos nuestros pero la carga genética no está repartida de la misma manera.
Conclusiones
En agosto volvemos a salir y prometo que no volveré a hacer la maleta sola.
No tener tele, en el fondo, ha sido una gran ventaja, con la tablet hemos resuelto los momentos descanso, hemos desconectado de la realidad y eso se agradece. Debemos ofrecerles a nuestros hijos, más a menudo, el contacto con el mundo rural. La libertad de correr sin peligro, caerse en un charco, mirar las estrellas, coger renacuajos, recoger fruta…no tiene precio.