¿Lloramos?

Me gusta llorar, necesito llorar, quiero llorar…pero no siempre puedo hacerlo y me cabreo, me invade una tristeza que sale de lo más profundo del alma, me pesan los ojos y mi boca no puede sonreír.  Y de pronto, sucede,  lloro sin consuelo, sin freno, no puedo parar mis lágrimas, me libero. Mis ojos, cuando se recuperan de la tormenta, se sienten ligeros, la tristeza continua pero se hace liviana, llevable y sonrío.

Con los años he aprendido que llorar sana, deja salir la tristeza, la rabia, el enfado y me renueva.

No me gusta llorar en soledad y me siento bien acompañando en el llanto ajeno.  Aunque no siempre lo hago acompañada, aún pesa la el “llorar es de débiles” o la sensación que nuestro llanto puedo dañar a los que nos rodean . Mi marido, que me conoce bien, me ha llegado animar con un “y tú, ¿Cuándo vas a llorar?” Y lo he hecho, apoyada en su pecho, aun sabiendo que  esta sociedad me exigía “ser fuerte” .

Cada día atiendo a señoras con el corazón lleno de dolor que no se pueden “permitir” llorar y cuando al cerrar la puerta de la sala, estamos a solas y veo la primera lágrima traicionera, suelo decir “llora, llora tranquila, hoy no necesitamos hablar, ya lo haremos otro día, llora todo lo que necesites”.  Y lloran, mucho. A pesar que los problemas siguen ahí acabamos sonriendo y con un fuerte abrazo.

A mis hijos intento trasmitirles lo mismo  ”llorad, llorad cuando estéis tristes, no os guardéis ni una lágrima, llorar es de valientes”.   Recuero que este verano iba en el coche con los tres, el verano ha sido duro, papá ha estado malo y no podía salir de casa. Yo intentaba hacer cosas con ellos y en uno de los trayectos iban hablando, entre risas,  de papá y Olivia me digo “mamá, tengo muchas ganas de llorar” y la animé “llora cariño” Y lloró, saco todo lo que hacia semanas que le preocupaba,  se sentía triste y la situación no le parecía justa . Ese llanto no sólo la liberó a ella, nos sirvió a toda la familia para hablar abiertamente de los miedos que la situación estaba provocando.  Me sentí tremendamente orgullosa de ella.  Espero que nunca pierdan la capacidad de expresar lo que sienten.

Durante toda la enfermedad necesitaba llorar y no pude, os juró que quería pero no podía, salvo momento puntuales que la soledad de un corto trayecto en coche me animaba a ello y me liberaba ligeramente. No pude hacerlo hasta el día que nos dijeron que estaba curado. Al pisar la calle exploté en un llanto incontrolable que parecía no querer acabar nunca, ahora sí, acompañada, envuelta en los brazos de mi amor.

Lloro con los recuerdos tristes, lloro con una canción, lloro de emoción cuando veo a las personas unirse y defender aquello por lo que creen, lloro con el sufrimiento ajeno, lloro de alegría cuando me despierto rodeada de mi familia…lloro…Cómo dice Olivia “mamá es de lágrima fácil” y me gusta.

llorar

 

P.D. Quería preparar un post de vuelta alegre y divertido pero después de meses intentándolo ha salido así, de un tirón y  he decido que no muevo ni una coma, quiero el blog para escribir aquello que me sale del corazón.

Por cierto, hemos cambiado la imagen…

Papá Crusoe está bien, aterrizando después de meses de turbulencias, no todos los días se supera un cáncer (por fin, soy capaz de escribirlo, parece que si no lo dices o no lo lees no existe)